SORPRESA DE NAVIDAD - Camila Andrea Elizalde
- STEFANNY SANTA BEJARANO
- 1 dic 2020
- 3 Min. de lectura
Después de mi creación estuve en el mismo lugar durante meses, seguía brillando, pero al parecer nadie me notaba, veía personas entrar y salir del almacén, siempre llevando lo mismo. Con el tiempo supe cuáles eran las preferencias de las personas.
Seguí el en mismo lugar un par de meses más, me limpiaban de vez en cuando para que no perdiera mi brillo, sin embargo, seguían sin notarme.
Hasta ese día en el que pasó una pequeña niña frente a mí, ella me notó y me sonrió, vi cuando le contó a su madre sobre mi existencia. No soy un objeto que los padres consideren necesario comprar a sus hijos, así que muy pocos saben valorar lo que puedo lograr. Como lo presentía, la joven señora agarró a su hija de su mano, obligándola a seguir su camino, pero sus pequeños ojos seguían sobre mí.
No tenía idea de qué mes era, tal vez finales de noviembre, al parecer faltaba poco para navidad, mi creador decoraba la tienda y veía personas apresuradas comprando regalos, lo sabía porque en sus bolsas se lograban ver rollos de papel regalo y cintas.
Debido a esta fecha, la tienda llegó a un punto en el que estaba casi vacía, solo quedaban junto a mí un par de baterías y algunas flautas dulces. Fue ahí cuando perdí mi esperanza.
Pero todo cambió desde que un señor joven cruzó aquella puerta, me eligió a mí, no sabía si sentirme feliz, afortunada o aterrada. Sabía que quería que me compraran, pero también quería que fuera la niña del otro día, no sabía a qué lugar iría a parar en manos de ese señor.
Era navidad, me habían puesto un moño, una tarjeta y ahora estaba bajo un pino. Estaba muy ansiosa, pues había confirmado que no era para aquel señor. Necesitaba saber quién sería mi verdadero dueño.
Sentí una gran felicidad cuando vi los ojos de la niña, transmitían una felicidad desbordante, yo sentí alivio. También noté que mientras la niña me abrazaba, detrás de ella había una pequeña discusión, creo que sus padres no estaban de acuerdo con mi llegada. Al parecer fue su tío quien tomó la decisión de llevarme a su vida.
La niña tardó más de lo esperado en sacarme de aquel estuche, cuando volví a verla había crecido, no era muy grande, pero sin duda habían pasado alrededor de 3 años.
Ella empezó a tocar mis cuerdas, poco a poco aprendió a hacerlo bien, también con el paso de los meses noté que ya no me escondía, y tampoco volví a escuchar a su madre decirle que me dejara en mi lugar.
Después cambió mi color, supe que no era totalmente de su agrado desde el día en que me sacó de nuevo de mi estuche, pero no me molestó, yo también lo odiaba, jamás entenderé porqué a mi creador se le ocurrió hacerme rosada, no era un rosado normal, era casi fluorescente, sí, definitivamente muy feo.
Le agradecí cuando cambió esto por un vino tinto, no era perfecto, pues sabía que lo había hecho a escondidas y con un aerosol que le prestó su tío. Pero Me atrevería a decir que ahí nos hicimos más unidas. Ella era totalmente feliz conmigo y yo con ella. Luego llegaron a su vida más instrumentos, me hice amiga de su guitarra eléctrica, fue muy bonita desde el primer día, roja y brillante. Ella la amó al instante, pero en el fondo sé que soy su favorita, la más especial para ella. Y eso no cambiará jamás.



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