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NO MIRES ATRÁS-Dayana Santacruz Aya.

  • Foto del escritor: KAREN DAYANNA ARROYO PAYAN
    KAREN DAYANNA ARROYO PAYAN
  • 7 ago 2020
  • 2 Min. de lectura

Por: Dayana Santacruz Aya.


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Cierro la puerta de mi aposento, unas cuantas gotas del marco caen recorriendo mi espaldar, salto las grietas del frío pavimento y tomo el camino que me llevara a mi destino. Entre la mirada de mis pasos retorcidos, puedo jurar que las sombras me hicieron una mueca de forma peculiar, ¿Sera por mi cara carente de belleza? No lo sé, pero la punzada en la punta mi lengua dice que no vale la pena refutar, que no tengo tiempo para ello, dado que todas estas personas presionan mi cuerpo, una, dos y otra vez, como si no existiera, como si fuera una pequeña abertura de una pared negra, que por defecto, es desapercibida por una sociedad que no le gusta mirar un poco más arriba del pavimento.

Seguí mi camino, mi visión comenzó a tornarse borrosa con ligeras líneas moradas a los costados y mi saliva, disparatada del sabor amargo putrefacto de sangre descompuesta. El mareo se sumó a lo persistente, y del grito de la náusea moribunda, atrapada, solitaria, tenue, salió una enorme mano blanca manchada de sangre que empujaba más y más mi tronco hacia su deseo prematuro de tenerme.

Y como los susurros de las voces que te cantan al dormir, la enorme mano corrió hacia la raíz de un árbol, que de sus hojas se abatieron no manzanas, sino ojos cristalinos colgados en hilos de sangre; que me miraban con miseria y deseo de poseer mi alma. Pero esto no era todo, del cielo caen ratas tanto vivas y muertas, unas hinchadas, otras flacas y sin cabeza, todas putrefactas. El miedo corre por mi torrente sanguíneo y sin embargo, a mi auxilio no corre nadie, mientras yo estoy petrificado. Tengo miedo. Veo sombras, las escucho. Tengo miedo. Las ratas tratan de comerme. Tengo miedo. No puedo moverme, la oscuridad carcome mis entrañas y mi corazón quiere detenerse. Tengo miedo y no de esa clase donde tu sabana es reclamada por la criatura debajo de tu cama, o por el señor amable que se sienta en tu silla y te ve dormir, no, ¡TENGO MIEDO¡…

AYÚDAME, ven, ven a mi auxilio, pero por favor no mires atrás, nunca mires atrás, si estas caminando en una calle oscura o lúgubre no mires atrás, es más si estás leyendo esto no mires atrás, de lo contrario sentirás su maldición

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